Sé que algún día esto pasará en México. Les guste o no, los derechos Humanos tendrán que llegar para todos y todas.Viajar a Buenos Aires, no sólo ha implicado dedicar tiempo a la maestría sino también para reportear historias como la siguiente que fue publicada en Corresponsales Clave de Alianza Internacional, donde escribo como voluntaria. Se trata de un equipo de jóvenes corresponsales de América Latina que informan sobre VIH, no Discriminación, Igualdad y Diversidad.
Aquí la historia, que tiene nombres y rostros reales como el de Gian y Romina.
El sur del Conurbano bonaerense está 
separado de la Ciudad de Buenos Aires por un estrecho y contaminado 
Riachuelo, al que los turistas apenas se asoman cuando visitan el paseo 
Caminito, en La Boca. Entre la Ciudad Autónoma y el Partido de 
Avellaneda, entre el Norte y el Sur, hay kilómetros de por medio pero 
sobre todo desigualdades, especialmente para la población transexual.
En ese partido vive Gian Franco Rosales, el primer varón de la Asociación de Travestis Transexuales y Transgéneros de Argentina
 (ATTTA) en recibir un documento nacional de identidad (DNI) que refleja
 su género, y también el primero del partido de Avellaneda. Al igual que
 él, Romina Bustamante recibió el pasado viernes 3 de 
agosto su documento de identidad. El también coordinador del grupo de 
varones trans de ATTTA escuchó su nombre en voz alta; lo nombraron como 
desea y como es reconocido por el gobierno de la Nación Argentina.
Él recibió su credencial, que simboliza también el acceso a la igualdad en Avellaneda, porque “es
 importante que sea en la zona sur. No es lo mismo ser una persona trans
 en Capital Federal, donde uno puede tener acceso a más cosas y la 
sociedad está todavía más abierta, que en la zona sur, como Avellaneda, 
donde hay muchas personas trans. Es un avance muy grande y es importante
 que sea aquí porque demuestra que se está cumpliendo la ley”.
Gian Franco acudió a la oficina de registro civil acompañado por amigos y amigas, especialmente por la Secretaria General de la Universidad Nacional de Avellaneda Patricia Domench, quien dijo: “Para
 nosotros es un orgullo poder apoyar esta ley y esta política a nivel 
nacional que ha dado nuestro gobierno. La Universidad se encuadra ante 
esa política y por eso mismo estamos apoyando estas situaciones que 
consideramos un derecho”.
Rosales es estudiante del primer año de ingeniería informática y siempre ha recibido el apoyo de la Universidad: “Previamente
 a tener mi DNI empecé a cursar en la universidad en marzo y gracias a 
la resolución que había sacado la universidad, pude aparecer en el 
listado como Gian Franco Rosales antes de tener mi DNI, así que es un 
orgullo para mí pertenecer a la Universidad de Avellaneda”.
Aunque no conocen exactamente cuántos estudiantes transexuales cursan
 en esta institución, Patricia Domench insistió en que el apoyo será el 
mismo: “La impronta de nuestra universidad es la inclusión, la idea 
es permitir que cada uno pueda tener el derecho que le corresponde. En 
este caso con Gian, estamos apoyando esto. El alumnado y la comunidad 
universitaria en general están encuadrados en esta política que ha 
adoptado la universidad en la defensa de derechos y éste en particular 
de tener la identidad que cada uno desea”.
Sin estar frente a un grupo o ser profesor titular de una materia, Gian también enseña y da cátedra en la universidad porque “con
 esta ley y visibilizándonos, este tema va a dejar de ser tabú. No solo 
hay discriminación porque alguien no comparte esta idea, sino también 
por la ignorancia y el miedo. A mí me pasaba al ir a buscar trabajo, 
presentar mi DNI y no coincidir con mi imagen. Sabemos que presentando 
una imagen que es la nuestra, con un DNI avalándolos, esto va a cambiar 
para todos y todas”.
Cuando llegue el momento de presentar su
 documento al hacer un trámite, al solicitar empleo o presentar su 
currículum, Gian lo hará con orgullo y sin temor a esperar reacciones de
 sorpresa, morbo o un silencio largo e incómodo. Entre sus metas 
profesionales está buscar trabajo y ejercer como ingeniero en 
informática. Él estudia y accede a uno de los derechos humanos 
fundamentales, pero sabe que otras personas trans no lo pudieron hacer.
Romina, quien también es activista e integrante de ATTTA, recibió su 
DNI en Avellaneda. A diferencia de Gian, no accedió a la universidad 
debido a la discriminación escolar. Habla y su testimonio es como el de 
otras mujeres trans que aún no tramitaron su DNI o están a la espera de 
su documento: “Vivo en Avellaneda y para mí es un paso muy 
importante porque acá hay muchas personas trans, y sería conveniente que
 con este DNI nos tomen en cuenta. Tener el nombre significa que podemos
 ir al médico, tener una salud digna como cualquier persona que camina 
por el país y acceso a la educación, porque muchas de nosotras, por no 
tener el nombre con el que realmente nos sentimos identificadas, no 
podemos ir a la escuela por el maltrato que hay”.
Del acceso a la educación pasó al acceso
 a la salud. Ahora con su DNI podrá ir sin miedo a un consultorio. En un
 pequeño diálogo ella ejemplificó lo que ocurría antes: “Que el médico no diga ‘Hola, Fulanito’. Ahora tengo mi nombre y deberán llamarme Romina, el nombre que yo elegí”.
Con el DNI entregado a Gian y a Romina 
suman los primeros diez documentos entregados a nivel nacional. Cada uno
 con el nombre que corresponde a la identidad que las personas desean 
sin tener que reconocer que estaban “enfermos o enfermas”, como lo 
indican otras leyes.
Uno de los avances de la Ley de Identidad de Género en la Argentina
 es que se deja de ver a la transexualidad como una enfermedad y no se 
condiciona a la persona a someterse a una operación de reasignación de 
sexo. Con el DNI se abre la puerta de acceso a otros derechos como la 
educación, la salud y el trabajo, se esté donde se esté, se viva en el 
Norte o el Sur, entre altos edificios o en calles sin pavimento.



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