martes, 23 de abril de 2013

Librerías a media Noche en Buenos Aires






Crónica publicada en http://gaceta.udg.mx/inicio.php

En la Avenida Corrientes hay pizzerías desde que llegaron los migrantes italianos buscando en Argentina un hogar después de la Primera Guerra mundial.  Cada pizzería con su propia  receta, como la clásica muzzarrela con salsa de tomate o calabresa con salchichón.

Corrientes es la avenida más importante de la capital argentina. Tan larga que hay opciones de diversión como los “gustos” de las pizzas.  Hay quienes caminan por esa vía después de una obra de teatro, antes de irse a los “boliches” (como llaman a los antros o bares), o sólo para cenar una rebanada de pizza o comer empanadas.

Teatros, tango, cines y, en especial, librerías abiertas hasta medianoche. Mario Méndez trabaja en una librería que ofrece ejemplares de saldo, libros a mitad de precio que van desde los clásicos como La Odisea, hasta guías de viaje para recorrer la Patagonia. Es de noche y él está acostumbrado a trabajar entre semana hasta la 1 am. Los viernes y sábados sus desvelos  se extienden hasta las 2 am.

Es un noctámbulo que silencioso acomoda los estantes cuando llegan los desvelados a buscar algún título. “Vienen familias, gente sola, parejas que salen del teatro se vienen para acá, terminan de ver una película y entran a mirar libros”, cuenta Mario sobre el perfil de los compradores. Él recibe al joven que busca un cómic, a la señora que quiere un libro de autoayuda, al estudiante que desea un manual de ingeniera o al oficinista que se cansó de dar vueltas en la almohada y mejor sale de su casa a hojear libros buscando otras historias.

Corrientes es una avenida que nace en Puerto Madero —zona lujosa edificada durante la administración de Menem—, y que cruza la Avenida 9 de Julio donde está ubicado el Obelisco, en donde se reúnen manifestaciones políticas o hinchas de futbol para festejar un triunfo.

En esta calle,  que lleva el nombre de una provincia argentina, hay  locales de cadenas internacionales y librerías familiares como la Hernández, que durante la dictadura el dueño se exilió en Uruguay hasta el retorno de la democracia en 1983, cuando fue abierta de nuevo para continuar como un sitio histórico de la Corrientes.

En la Librería Hernández la noticia de un Papa del “Fin del mundo”  es la tapa del libro como Recen por mí, la historia de Francisco está en venta a menos de dos meses del cónclave. Están los libros de venta exprés, pero también los títulos de Tomás Eloy Martínez, Julio Cortázar, Borges, Fontanarrosa, o cronistas como Leila Guerriero.

“Parte del recorrido turístico por el centro de la ciudad y un lugar que se debe conocer al venir a Buenos Aires, sin duda es Corrientes y sus librerías”, así resume Marco, vendedor de la  Librería Hernández.

La imagen de un Gardel, el Che, Maradona compiten por la atención de los turistas. Y así como están los libros nuevos en las vidrieras limpias de las cadenas de librerías comerciales, con polvo, amarillentos y apilados sin ningún orden, están los libros de historia sobre Juan Domingo Perón y Evita.

Una avenida que funciona para los lectores todo el año, que es parte de la historia porteña, que es la inspiración de tangos, que es el lugar que una vez al año, durante verano, por la madrugada permanecen abiertas las librerías.  En 2011 Buenos Aires fue nombrada la Capital del Libro. Argentina es el país con mayor índice de lectura en América Latina, según datos del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe. En lectura de libros Argentina está a la cabeza con un índice del 55 por ciento, seguido de Chile (51 por ciento), Brasil (46 por ciento), Colombia (45 por ciento), Perú (35 por ciento) y México (20 por ciento). México tiene el quinto lugar de lectura, en promedio un mexicano lee 1.8 libros, menos de 2 libros al año, comparado con Argentina donde se leen 5 libros anualmente.

Pizzas, teatro, tango, cafés en la avenida Corrientes con tanto que ofrecer que a César, empleado de la librería Kafka y compañía, especializada en libros de historia y  ejemplares usados, cuenta que justo hace unos días durante la madrugada, porque no siempre hay lectores o quizás son lectores que no buscan un libro en ese momento, llegó un hombre preguntando por las oficinas de la CIA...

César le dijo que ahí no había nada parecido a lo que buscaba, que no sabía sobre ese lugar, y sin llegar a la dirección que quería el hombre se quedó esa noche mirando libros.